No hay lugar
Al llegar al pueblo lo primero que hizo fue buscar un lugar para descansar, el camino había sido largo y difícil, varias horas de andar, así que pensó que tenia que buscar un lugar cómodo y confortable.
En la ciudad había varios hospedajes, en cuanto empezó a recorrerlos se dio cuenta que no seria fácil encontrar un cuarto, todo estaba ocupado, en varios lugares al querer ingresar tropezaba con el cartel que decía “No hay lugar”, recorrió y recorrió pero nada encontró. Miraba a su mujer sentada sobre el burrito, se la veía cansada le faltaban pocos días para dar a luz. Pero donde ubicarse, se acerco a María y le dijo: “No hay lugar” “Todo esta ocupado”.
Llegaron a un mesón y lo único que le ofrecieron fue el lugar donde cuidaban a los animales, así que allí se instalaron, entre el estiércol, la alfalfa y el heno. Con sus manos prepararon lo mejor que pudieron una cunita, y en pocas horas mas colocaron a Jesús en ese pesebre.
Pasaron un poco mas de dos mil años, y hoy dia Jesús todavía esta buscando muchos “cuartos” para instalarse, y se encuentra con el cartel “No hay lugar”.
A cuantos corazones golpea para entrar y los encuentra cerrados.
El empresario esta tan metido en sus asuntos, que “No hay lugar”, el profesional tampoco tiene tiempo de abrir la puerta, el comerciante tiene muchos números para hacer, el campesino esta en sus labores, el jornalero no puede perder ni una hora de trabajo, y que decir de un político, un artista, un estudiante, una ama de casa o de una mama tan ocupada con la crianza de sus hijos.
Pero El sigue buscando un lugar donde morar, y te dice: “He aquí yo estoy a tu puerta y llamo, si oyes mi voz y me abres entrare a tu casa y cenare contigo”
Esta en ti dejarlo entrar, si no El seguirá buscando un lugar donde posar.
Autora: Mary Romero
Tu dejaste tu Trono y corona por mí,
al venir a Belén a nacer;
Mas a Ti no fué dado el entrar al mesón,
Y en pesebre te hicieron yacer.
Ven a mi corazón, oh Cristo,
Pués en él hay lugar para Ti ;
Ven a mi corazón, oh Cristo, ven,
Pués en él hay lugar para Ti.
Tú viniste, Señor, con tu gran bendición,
Para dar libertad y salud;
Mas con odio y desprecio te hicieron morir,
Aunque vieron tu amor y virtud.
Alabanzas sublimes los cielos darán,
Cuando vengas glorioso de allí,
Y tu voz nos dirá de las nubes: “Venid
Al hogar celestial junto a mí”.
Pablo E. Castillo El himno 123, ” Tu dejaste tu trono”, corrobora en forma integral y eterna, la gran verdad, escrita en la palabra de Dios, nuestro Señor. También viene a colación, sobre lo escrito por la Hermana en Cristo, Mary Romero. Dios bendiga a su pueblo, y a todo aquel que abre la puerta de su corazón para recibirlo. Amén.
Somos bienaventurados porque hemos abierto nuestro corazon al Señor, para que El haga su morada…
es muy preciosa esta publicacion, retomando estas lindas canciones llenas de realidad biblica tambien evangelizamos,Dios les siga bendiciendo.
preciosa labor desempeñan Dios cles bendiga.