Misericordia

Amaneció, después de una fría y oscura noche, por fin amaneció… Mientras me levanto veo el sol salir, se pueden escuchar las aves con una nueva canción, el cielo cambio de color, el viento cambio de dirección, las nubes se pintaron de paz y el respirar anuncian una nueva oportunidad.

Camino, como camino todos los días, pero mi corazón late de una manera distinta… siento mi corazón apagado, siento mi corazón llorando. Llega el medio día, el mismo sol, pero en diferente lugar, las mismas nubes pero con un tono mas oscuro, se escucha un trueno, el viento sopla mas fuerte y una gota de agua cae lentamente… oscureció.

Corro buscando un techo, corro buscando refugio y calor, corro solo sin rumbo alguno, corro sin ninguna dirección. Recuerdo la noche anterior, recuerdo que la caída fue dura, recuerdo que no gane la batalla, recuerdo que me di por vencido… y en ese momento no solo caen gotas de lluvia, si no lamento y lágrimas en mis mejillas…

Llega la tarde, y cierro mis ojos en busca de perdón, pero sin palabras… las lágrimas no han dejado de correr… mi corazón no ha dejado de llorar… se va la lluvia, y se ve de nuevo el sol salir, el cielo esta rojo y hermoso, y sentí en mi corazón un latir, volví a vivir.

Llega la noche, y yo tiemblo, no de frío, si no de temor… temor de una caída mas, temor de una batalla de nuevo sin ganar. Cierro mis ojos y pido fortaleza… una voz en mi interior dice: “Corre”… y huyo, corro sin moverme, corro porque a Dios corre el justo y él es levantado… Corro, pero me canso, y cuando estoy apunto de caer, una mano me detiene, la mano derecha me ha sostenido.

¡Dios! grite con gran voz… empezó la adoración, una noche sin temor, sin temor porque llego el perfecto amor, esta vez no lo busque yo, esta vez me busco Dios, ¿Cuan grande amor?

Después de un día tan pesado, llego la noche y sentí temor, pero la fortaleza llego, respiro pasión… Amanece de nuevo, todo lo que paso, todo el día fue algo que paso dentro de mi interior, y ahí mismo volvió a amanecer, esta vez mi corazón late con mas fuerza, esta vez la intimidad es mi despertar y mi dormir… Misericordia inmerecida misericordia, Su mano derecha me sostiene y me sostendrá… Dios es bueno y para siempre es Su misericordia.

Su voz fue clara por la mañana, “Levántate y resplandece, que ha llegado Tu luz” hoy brillo con Su luz. ¡Gracias Jesús!

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Autor: Julio Cesar Navarro Olivares