Mirar siempre a Dios

Mirar siempre a Dios

¿Cuántas veces en nuestra vida seguidores de Cristo hemos pecado conciente en inconcientemente? Cuántas veces una y mil lágrimas han corrido por nuestros ojos al recordar un hecho que conociendo la vida cristiana, y viviendo en el espíritu sabemos que es aborrecido ante los ojos de Dios.

Nos pasa a todos, porque sabemos que la ley es buena y el pecado es carnal y vive en nosotros y nos está tentando todo el tiempo.

Lo importante es no caer, Pedir al Padre que tome el control de nuestra vida y nos guíe e ilumine por su sendero.

No es que Dios nos abandona, no es que Dios no quiera responder, El está a la distancia de nuestro pensamiento, a la distancia de dónde lo queremos colocar, y en silencio sufre, soporta lo que estamos haciendo sin mirar a sus ojos, a su corazón.

Sufre también el Espíritu Santo contristado por nuestro mal andar y equivocado bregar.
Entonces, de pronto, porque somos tierra fértil, sentimos un toque, un toque profundo en el alma y es nuestro Dios que nos está llamando para que no nos perdamos, por que nos disciplina, nos corrige.

Y reconocemos que la ley es buena, que Dios no dio a su hijo en vano sino para salvarnos.
Tampoco debemos pecar y pecar siempre confiando en el amor de Dios y su misericordia, debemos siempre arrepentirnos de corazón pero saber discernir con su sabiduría con la opinión de Dios por delante qué es lo que nos conviene o nos es lícito o no.

Y entonces vivir con la certeza de que no solo con la mente servimos a la Ley de Dios sino con la carne también, para lograr guardarnos para El, para lograr vivir en santidad, a lo que somos llamados.

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Autora: Maria de Lourdes Guerra Guillermo

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