Porque hay veces en las que queremos tanto llamar la atención de Dios con palabras, con nuestros “talentos” o “dones”, y al final de todo… nos damos cuenta, que no hay nada que llame más su atención que nos postremos delante de Él, a contemplar su grandeza, y convertir así la rendición en nuestro lenguaje.
“Lenguaje”
Ya no hay más. No hay más palabras.
Creía conocer gran parte de una diccionario, hasta hallarme aquí sentada.
Sin encontrar palabra, para describir lo que hoy me tiene maravillada.
Y realmente, nunca has dejado de estar.
Mil y una dificultad, y tu presencia no ha fallado; No fallará.
……..
Ya no hay más. No hay más palabras.
Creía conocer el lenguaje que agradaba tu corazón, y hasta el día de hoy, no he oído ni siquiera el susurro de tu voz.
Sin encontrar palabra, para que dijeras mi nombre, para ser yo el centro de un minuto de tu atención.
Y realmente, nunca has dejado de estar.
Caeré sin duda, una y otra vez, pero una y otra vez utilizarás todo lo que has creado para decirme “Te amo, no te he dejado.”
……..
Y aquí me tienes hoy, postrada.
Contemplándote, maravillada.
Porque ya no hay más. No hay más palabras.
Ese es nuestro lenguaje.
……..
Autora: Camila Sepúlveda Salinas