LÁGRIMAS DEL CIELO

Sus labios rozaban su mejilla mientras ella se despedía rápidamente, él observaba como fugazmente se marchaba, sin saber si algún día se volverían a encontrar, para tal vez, “¿quién sabe?”, conversar una vez más. Al regresar a ver el camino por donde tendría que caminar, los ojos de nuestro joven amigo se humedecían cada vez más, una pequeña gota corrió rápidamente por sus ojos, recordándole la partida de su amada. El dolor parecía ser inevitable, y las lágrimas sus fieles acompañantes del camino.

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Pero al dar el siguiente paso, una lágrima golpeó fuertemente su mejilla, desconcertado aún por la despedida, él no comprendía la magnitud de lo que en ese momento ocurría. Una siguiente lágrima que beso su frente y recorrió su nariz, llenó de paz su corazón, y sus lágrimas de tristeza, pasaron a ser de alegría.

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Mientras lentamente levantaba su cabeza una tercera lágrima alcanzó su cabello, y mirando ya el cielo sonreía, y agradecía con todo su corazón, porque nunca pensó que aquella tarde, Dios había separado cita para compartir su dolor, y llorar con él.

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Su pequeño sollozo, era opacado por la gran sonrisa que dibujaba su rostro, ya que esa tarde no llovió más, sólo lo suficiente, para que nuestro joven romántico, pueda entender la frase que en ese momento era difícil de recordar… “QUE DIOS, MI QUERIDA AMIGA Y AMIGO, SIEMPRE ESTARÁ CONTIGO”.

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Autor: Junior Padilla Mozo.

Trujillo-Perú