Jesús, la Agua Viva en Mi Alma
Dios me abraza con su amor divino,
Por la sangre de Jesús soy salvo;
En mi corazón su misericordía fluye.
Con adoración agradezco a mi Señor
Ya que de la esclavitud él me libró.
Hoy me regocijo en su Palabra dulce,
Mi Rey se glorifica, ¡cúan Jesús me ama!
Necesito su guía porque débil yo soy.
Jesús, la agua viva en mi alma…
Su gracia abundante, satisfecho siempre,
Lejos de mí todas las preocupaciones;
Alegre estoy caminar con mi Salvador.
¡Amén! Mi vida brilla más día tras día,
Siempre mi amigo fiel muestra su amor.
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Autor: Kumalawaty Sundari,
Yakarta-Indonesia
Se nota en el poema una frescura alta de fe, como cuando una flor acaba de abrir sus pétalos.
La flor y la hierta – dice la Biblia – se seca y cae, pero el que guarda su Palabra vive para siempre, “…acercáos a Dios y El se acercará a vosotros.”
Efectivamente Dios es agua viva, más convoca al creyente a mantener la juventud de su fe, y la frescura de su esperanza, actuando.
Me parece que esa es la clave de una fe que no se marchite: dar cada paso de obediencia, sin esperar, sólo por obediencia, y Dios sabrá – como sólo El lo sabe – que darnos o qué crecimiento nos corresponde.