¡Ayúdame!
Sé que me equivoqué
Sé que caí y tropecé
Dame una oportunidad
¡Moldéame, ayúdame!
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Hoy vengo ante ti
Suplicando tu perdón y tu amor
Hoy vengo ante ti
Pidiendo más de ti
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Cristo mi pecado limpiarás
Y mi alma libre será
Hoy nuevas fuerzas me darás
Y el pecado en mí no vencerá
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Sé que he pecado contra a ti
Y mi maldad me ha alejado de ti
Toma mi mano una vez más
¡Perdóname, ayúdame!
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Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad 1 Juan 1:9 RV
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Autora: Gloria Guajardo García
Solo puedo pensar en una imagen paternal, cual niño se acerca a su padre pidiéndole perdón, arrepentido por su error, quien en seguida lo toma en brazos y le dice: te perdono hijo, ves que esto no es bueno, procura no hacerlo.
Lo cierto es que no nos faltara perdón por parte de Dios, pero no olvidemos que la obediencia no es si no para guardar nuestro bienestar. Contra Dios pecamos y nos alejamos, pero recordemos que él es la vid por donde fluye vida, si nos alejamos seria como si fuésemos aparatos eléctricos que se desconectan del enchufe. Simplemente andaríamos mientras dure carga, pero moriríamos sin remedio.