Hijo Prodigo

HIJO PRODIGO

Salí un día, sin despedida.

Tú, me proveíste, me protegiste, me amaste tanto…
Y yo por este mi egoísmo, mi rebeldía…
Dije iré por el mundo, conquistaré. Mi propio rumbo.
Me fui lejos por otros parajes
Desiertos, playas, valles, ciudades…
Independencia, vanidades, placeres, deleites…
Recorrí, diciendo: “Soy lo máximo, no necesito de nadie”
Pasé días, meses, años…distantes.
Sin acordarme de ti, sintiéndome autosuficiente.

Pero escrito está, mi alma presiente.

Y con el tiempo y el desenfreno,
Se agotó mis provisiones, mi sustento.
Llegué a pisar suelo, desperté de ese sueño,
Me di cuenta; me vi de pronto:
Sin una moneda, sin un buen concejo,
Sin una palabra de aliento, sin un brazo extendido…
Sin un bocado, sin un allegado, sin un techo…
Y sin fuerza, sin optimismo, sin aliento.

Y como escrito está, lo siento.

Llegó el tiempo de la reflexión, de pedir perdón
De regresar arrepentido, porque en ti hay amor,
Protección, provisión, devoción…

Y llegué un día, y tal fue la bienvenida,
Que hiciste fiesta, banquete; anunciaste la noticia
En la casa, en el barrio y por todo el pueblo:

“REGRESO ESTE MI HIJO QUE LO DI POR MUERTO”.

Autor: Willan V. Castillo

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