Si…

Si…

¡Si el Universo conspirara a favor nuestro!

Y del cielo fueran enviadas mil señales

Si mi voz susurrara a tu oído tiernamente mil te quiero.

Y en lo secreto de la noche, cuando duermes, soñaras conmigo.

Si cada palabra que saliera de tu boca las dijeras pensando en mí.

Y se avivara una llamarada dentro de ti.

Si por un momento dejáramos de pensar en nadie más.

Y sólo tú y yo nos envolviéramos en frágil manto.

Si rasgaras de mi alma cada tristeza y en cambio colocaras felicidad.

Y cada mañana al despertar mi imagen estuviera dibujada en tu mente.

Si cuando tocas cada cuerda de esa guitarra sintieras como se aceleran mis latidos,

descubrirías qué es eso que siento por ti.

Si vieras más allá de mi mirada, si no fueras solo un simple espectador, podrías observar que ellos te hablan de amor.

Si hicieras caso al impulso de abrazarme, de mimarme y consentirme,
yo extendería mis brazos hacia ti y te correspondería.

Si entendieras que me fascinas tal cual eres, sin más.

Si percibieras que no pretendo más de ti que lo que puedas darme.

Si acompañaras mi soledad con la tuya, ya no estaríamos solos ni incomprendidos.

Si algún día lograrás leer esto que he escrito,

lograrías entender cuánto significas para mí.

Entonces realizarías que yo soy el puerto donde tu embarcación debe desembarcar

porque es el mejor lugar, porque estarías por siempre seguro y resguardado en mí.

¡Oh, si el Universo entero fuera participe de esta ilusión!

La vida me obsequiaría uno de los más grandes regalos de amor.

Autora: Brendaliz Avilés

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook:



3 Comentarios en “Si…

  1. Un día se subió a su barco, y se fué a navegar, todo el viento era a su favor, las velas flameaban en medio del ancho y extenso mar, cuando de pronto el cielo se nubló, se cubrió de gris, y llovió, la noche lo sumió en un profundo sueño, allí solito, meditaba en las cosas lindas que la vida le deparó, soñó con ser un héroe, y vencer a la adversidad, sin saber que pronto, en la mañana, habría de avistar un nuevo lugar, talvez un Estado dependiente o no, pero un puerto que al verlo sus ojos iluminó. Allí a lo lejos un pañuelo se agitó, un cuerpo al mar se presipitó, y sin decir nada la bienvenida le dió, abrazandose a su cuello, lo besó.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *