Parábola
Espera mi buen Señor
escucha a este tu hijo
debes saber que te amo
te venero y te admiro.
Mucho se dice de ti
y por fin ya puedo verte
Para tu causa de amor
sé que necesitas gente.
–
Siempre fui un buen rey
cumplidor de tu evangelio;
doy caridad los domingos
auxilio a los pordioseros
y quisiera sin pretexto
unirme a tu comitiva
pero ¿qué debo hacer Señor
para ser de tu partida?
–
-“Hijo: si deseas seguirme
primero ve a tu casa
y quítale a tus vestidos
todo vestigio de gala.
Renuncia a tus castillos;
ignora trono, coronas.
Vuelve a ser tan manso
como el temblor de las hojas.
–
Luego limpia las fronteras
y ponte a deshalambrar
haciendo de tu reinado
una auténtica hermandad.
Incáutate las ballestas
funde todas las espadas
y forja a cambio, arados
picos, rastrillos azadas.
–
También devuelve a su cauce
océanos, ríos y mares
y la rama de laurel
a los picos de las aves.
Aparta la gris ceniza
que está cubriendo los montes
Tiñe de verde los valles
y pinta de nuevo las flores.
–
Abrir todos los graneros
no lo olvides, te lo pido
repartiendo por igual
la semilla con el trigo.
Que no llegue hasta tu mesa
el furor de los volcanes
Convierte en vino dulce
todo el llanto de las madres.
–
Y cuando hayas concluido
y sientas adentro la paz
toma tu cruz y sígueme
hasta la meta final
¿Crees que he sido claro?
Responde mi rey querido
¿Aún te motiva la idea
de caminar conmigo?”
–
-Sí señor, me gustaría
pero mi plebe…la casa.
Toma ya la delantera…
mejor te sigo mañana.
.
Autor: William Brayanes
Loja-Ecuador
(1995)